viernes, 21 de noviembre de 2008

No desperdiciar las oportunidades de la crisis


Frente al cataclismo económico-financiero mundial se dibujan dos escenarios: uno de crisis y otro de tragedia.

Tragedia sería si toda la arquitectura económica mundial se desmoronase y nos empujase hacia un caos total con millones de víctimas, por violencia, hambre y guerra. No sería imposible, pues el capitalismo generalmente supera las situaciones caóticas mediante la guerra. Gana al destruir y gana al reconstruir. Solamente que hoy esta solución no parece viable, pues una guerra tecnológica liquidaría a la especie humana; sólo caben guerras regionales sin uso de armas de destrucción masiva.

Otro escenario sería el de crisis. Para ella, no acaba el mundo económico, sino este tipo de mundo, el neoliberal. El caos puede ser creativo, dando origen a otro orden diferente y mejor. La crisis tendría, por tanto, una función purificadora, abriendo espacio para otra oportunidad de producción y de consumo.

No necesitamos recurrir al ideograma chino de crisis para saber de su significado como peligro y oportunidad. Basta recordar el sánscrito, matriz de las lenguas occidentales.

En sánscrito, crisis viene de kir o kri que significa purificar y limpiar. De kri viene también críticakri se deriva además crisol, utensilio químico con el cual se limpia el oro de las gangas y, finalmente, acrisolar que quiere decir depurar y decantar. Entonces, la crisis representa la oportunidad de un proceso crítico, de depuración de lo esencial; sólo queda lo verdadero; lo accidental, sin sustentación, cae. que es un proceso por medio del cual nos damos cuenta de los presupuestos, de los contextos, del alcance y de los límites sea del pensamiento, sea de cualquier fenómeno. De

Alrededor y a partir de este núcleo se construye otro orden que representa la superación de la crisis. Los ciclos de crisis del capitalismo son notorios, conocidos. Como nunca se hacen cortes estructurales que inauguren un nuevo orden económico sino que siempre se recurre a ajustes que preservan la lógica explotadora de base, nunca supera propiamente la crisis. Alivia sus efectos dañinos, revitaliza la producción para nuevamente entrar en crisis y así prolongar el ciclo de crisis recurrente.


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